Ninguna eternidad como la mía

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Se puso delgada como sardina y ojerosa como un mapache, le brincaron los pómulos y le crecieron los ojos, tenía el vientre plano como un remanso de agua y los pechos firmes y pequeños como duraznos. El cuello se le estiró junto con las piernas y sólo le quedaban los labios gruesos de su abuela materna y la mirada oscura de los Arango como prueba irrefutable de que aún era ella. 


Ángeles Mastretta

¿Qué recurso utilizó la autora?, ¿a quién describe?



Recuerda que... la comparación se presenta de manera explícita con la conjunción como

 

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